
La persona que más investigó sobre cada paso que Luis Alberto dio en su vida, terminó la difícil misión de editar un libro.
Abarca, mediante treinta entrevistas, desde los primeros acordes de la vida de Spinetta, hasta sus últimas producciones musicales.
Jorge Kasparián puede recorrerse una Mar del Plata plagada de turistas, en pleno enero, para saber quién fue el baterista del «Flaco» en un determinado show, realizado décadas atrás.
Su memoria no lo abandona y su poder de recopilación lo talló en las páginas inolvidables de «Luisito«.
Compartimos fragmentos de algunos de los testimonios de allegados, casuales, causales o fortuitos, de Spinetta, a lo largo de su vida.
Graciela Cosceri – Vocal Coach

– Más allá de tu rol como vocal coach, revisando los créditos de los discos hay intervenciones tuyas como corista en Los ojos, Silver sorgo, Pan, Para los árboles y en el álbum en vivo en Obras. Contáme cómo era la cocina de las grabaciones con Luis.
Bueno, no sé cómo explicarlo y está mal que lo diga yo, pero mi voz no es tan común para lo que es el rock y Luis se sentía muy atraído por ese sonido, por mi intensión al cantar las palabras. Era algo que le atraía y entonces jugaba muchísimo conmigo. En algunas canciones armaba armonías para grabarme en tres voces, por ejemplo en “Abrázame inocentemente” o en “Proserpina”. Siempre me decía “Bueno, genial, probamos estas tres”, luego se iba a la cocina un rato, amasaba un pan o hacía unas pizzas, volvía y me decía: “No Grace, mirá, ¿sabes qué? Se me ocurrieron otras tres”.
Porque él siempre tenía su guitarra acústica apoyada sobre un sillón y todo el tiempo tenía el toc de agarrarla y tocar tonadas, como él decía. Y entonces me dice “Se me ocurrieron otras tres, que no son estas que grabamos”. Y yo decía: “¡Madre mía! ¡Ya tuve que aprenderme estas tres sobre las armonías que toca Luis en la guitarra que son imposibles!”. Te ponés a cantar arriba de lo que él toca y es como que la voz se te puede ir para cualquier lado.
Pero bueno, me aprendía las otras tres [voces] y quedaban esas otras. O sea, jugaba muchísimo conmigo con eso. O me ponía la voz de atrás para adelante como en “Mundo disperso”, por ejemplo, que los coros que se escuchan no es la línea melódica normal como yo la canté, sino que está puesto de atrás para delante y quedaba igual la armonía. Jugábamos muchísimo, nos divertíamos un montón Eran risas y desafíos y ponerse a laburar concentrados porque era muy en serio.
Imaginate, era algo que iba a quedar para toda la vida. Era como un juego muy serio, para sacar el mayor provecho posible de mi interpretación y también de poder sacar armonías. Esa secuencia es algo que se fue repitiendo en todos los discos.

Juanjo Carmona – Productor
—Los recitales de San Cristóforo también coincidieron con la visita de Björk, una de las obsesiones musicales de Spinetta en aquella época. Y además tocaron con pocas cuadras de distancia…
Otra historia memorable. Nos hizo mover el horario de inicio de su show. Ya teníamos las entradas vendidas y el horario publicado en todos lados, no recuerdo si era a las nueve o nueve y media de la noche. Y él quería arrancar antes porque ese mismo día estaba tocando Björk en el teatro Opera.
Estábamos a seis o siete cuadras pero los horarios coincidían y Luis quería ver a Björk porque era el momento de mayor enamoramiento con su música. Era el momento de Homogenic, un disco muy power. Tuvimos que hacer lo posible para que la gente ingresara lo más rápido posible, él acortó la lista de temas esa noche, lo esperamos con una camioneta en la puerta del estacionamiento y salimos corriendo para poder ver los últimos temas de Björk en el Opera.
Algo que muy poca gente sabe es el encuentro entre Björk y Luis que organizamos en los camarines del Opera junto con Debora [Filc] y Nora Koblic, que trabajaban en la producción de CIE, la empresa que trajo a Björk a Buenos Aires.
La producción de Bjork aceptó que Luis ingresara a camarines y pudiese estar unos minutos charlando con ella. Me acuerdo que cuando Luis la vio se arrodilló ante ella, como si estuviese en frente de una diosa hindú o de un gran buda. Era una devoción tal, la que sentía Luis por ella, que a mi me causaba mucha ternura por momentos.

Nico Cota –Multiinstrumentista
—¿Cómo recordás la previa de aquel proyecto para MTV?
Fue bastante simbólico porque era la primera vez que él revisaba su obra. Volvía a tocar temas como “Durazno sangrando” por ejemplo, canciones de un catálogo anterior que hacía años que no tocaba. Estaba bastante negado con tocar esas cosas. Tanto para él como para todos nosotros era bastante especial que se preparara para tocar canciones como “Durazno” o “Laura va” con un arreglo de cuerdas.
Era como reencontrase con su primera música, con discos de otros años, Luis era bastante reacio a tocar todo aquello. El grito en sus recitales de «Tocá “Muchacha”» y Luis poniéndose de mal humor: un clásico. «Tocá “Mucama”» respondía a veces… Que me hiciera partícipe de eso era un honor para mí. Y con semejante lista de temas, un doble placer.

Gerardo Pricolo –Arquitecto
—¿Qué reformas hiciste en La Diosa Salvaje concretamente?
Le hice como un entrepiso en una doble altura que tenía en el patio de atrás, ahí dormía Luis. Recuerdo que siempre me decía el Tuerto [Wirtz], que era alguien muy curioso por la arquitectura, “¿Por qué no le hacés un baño también ahí arriba?”.
Y así fue, le hicimos un baño chiquito allá arriba por sugerencia del Tuerto. También hicimos la cocina, donde Luis cocinaba, todo según sus indicaciones. Cuando tuvimos que hacer la campana que se coloca sobre el artefacto cocina, él quería un extractor muy potente y me lo pidió de una manera particular: “Pricky, que leviten los bifes” [risas]. El humor de Luis era tremendo.