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Los gigantes del sur
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Los gigantes del sur

A propósito de las «siluetas» que generan los molinos eólicos, el astrónomo Guillermo Goldes divulga, científicamente, sus sensaciones al realizar el trayecto entre Córdoba y San Luis.

En primera persona.

Al doctor en Astronomía y divulgador científico algo le llamó la atención en un viaje.

Preguntó, indagó, y aquí transcribimos sus sensaciones y conclusiones.

Travesía I

Siempre que viajo a la ciudad de San Luis lo hago por Río Cuarto, Achiras y La Toma. El camino es mucho más llano que por las Altas Cumbres, incluye una buena parte de autovía, y permite pasar muy cerca de El Morro, una formación volcánica de singular belleza y nítido perfil.

En marzo de este año me vi obligado a hacerlo, luego de unos dos años de ausencia. Entre Achiras y La Punilla, es decir casi sobre el límite inter-provincial, me sorprendió la silueta de enormes molinos eólicos. Mejor dicho, aerogeneradores. No son molinos, pues no se utilizan para moler sustancia alguna.

Sirven exclusivamente para generar energía eléctrica. No me detuve; no podía hacerlo por cuestiones de tiempo. Al regresar, por idéntica ruta, en una estación de peaje cercana pregunté por esas colosales estructuras móviles.

Me dieron la información mínima necesaria como para poder rastrearlas, luego, en internet. Tampoco podía, en ese viaje de regreso, detenerme. Sí me propuse enseguida, incorporar ese parque eólico a los itinerarios de nuestro proyecto de turismo científico, que desarrollamos desde la Universidad Nacional de Córdoba, con apoyo del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia de Córdoba. Y así lo hicimos.

Travesía II

En abril, y luego de estudiar mapas satelitales, volví al sitio. No lo hice solo, sino acompañado por un fotógrafo: Gastón Bailo. Llegamos hasta el parque eólico sin mayores problemas, nadie nos detuvo ni nos preguntó qué hacíamos allí. Se encuentra a unos 10 km de Achiras; para llegar hay que tomar el camino de tierra que lleva de Achiras a Sampacho, hacia el sur.

En esas zonas bastante llanas y despejadas, solemos subestimar la distancia y los tamaños de las estructuras. Al llegar, la escala de las instalaciones nos impresionó. Hay unos 80 metros de altura desde el suelo hasta el eje de los grandes aerogeneradores. Cada hélice tiene 3 aspas, de unos 60 metros de longitud cada una.

Con la suave brisa que soplaba esa tarde de otoño, la hélice giraba con una cadencia de una vuelta cada 4 segundos, aproximadamente. Al hacerlo, cortaba el aire con un silbido profundo. Los generadores acoplados a cada eje tienen el tamaño de un colectivo.

El parque cuenta con 15 aerogeneradores (o no-molinos), que aportan al Sistema Argentino de Interconexión (SADI). No todos estaban produciendo, durante nuestra fugaz visita. Ese parque eólico es reciente: fue inaugurado en 2018. El proyecto fue planteado por el municipio de Achiras y licitado por la Nación. Es el único parque eólico activo en Córdoba, y si funcionara a pleno generaría 48 MW.

En toda la Argentina, son unos 7, distribuidos en 5 provincias. La energía eólica es una de las fuentes renovables, que se ofrece como alternativa frente a la quema de combustibles fósiles. Los aerogeneradores no contaminan el ambiente con compuestos químicos ni gases de invernadero. Sin embargo, alteran de manera importante el paisaje e interfieren con el vuelo de las aves. Del total de generación de energía eléctrica, todos los aerogeneradores combinados del País representan apenas un 5%.

Mientras volvíamos de este viaje de turismo científico, no pude evitar hacer el comentario: «Don Quijote no hubiera tenido ninguna chance contra estos gigantes». A lo que Gastón, el fotógrafo, me respondió con tino: «No te olvides que no son molinos. Son aerogeneradores». No pude menos que asentir.

Guillermo Goldes, doctor en Astronomía, Universidad Nacional de Córdoba