Para Leer
Eugenia Almeida reseña «Las hamacas de Firmat», de Ivana Romero
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Eugenia Almeida reseña «Las hamacas de Firmat», de Ivana Romero

Una calandria chilla desde un árbol. Se oyen disparos a lo lejos.

Un padre se queja de los que quierencruzar el alambrado para robar animales.

Un padre que ha sido maestro y dirigente gremial y encargado de un bar y panadero.

Ahora, a los 70 años, cuida un campo de la frontera de Córdoba con Santa Fe.

Ivana Romero abre su libro mostrando el lazo con ese padre silencioso, poniendo en escena una conversación por teléfono, una charla errante que va a recalar en ‘Las hamacas de Firmat’.

Las  que se mueven solas.

Las que, según dicen, son movidas por el alma de un chico que murió.

Tres hamacas en un barrio del pueblo de su infancia.

Un misterio que ha llamado la atención de ingenieros, de programas estadounidenses de fenómenos paranormales, de turistas llegados de Japón.

Y en esa conversación el padre dice algo que la perturba.

Ese espíritu, el que mueve las hamacas, era el de un nene que solía jugar con ella.

Esa muerte. Un accidente en el baldío donde luego estaría la plaza.

Desde ese punto inicial, Romero inicia un viaje, un relato autobiográfico que va entrelazándose con las hamacas.Con una mirada etnográfica, que aun así no puede prescindir de lo familiar, la autora acude al misterio del pueblo para mostrarnos algo más, algo que quizás no pueda ser contado sino sólo reconstruido con fragmentos de la realidad.

Romeropudo ver ese fenómeno, por primera vez, en 2007. Y lo describe como algo que “comenzaba siendo raro y terminaba en lo espeluznante”.Pero quizás la escena que más impacta es la de 2011, cuando logró filmar lo que veía. Una fiesta en la plaza. Suena “Tirate un paso”, de Los Wachiturros, y dos de las tres hamacas empiezan a moverse solas.

Romero recupera la historia delmisterio. 

La primera vez fue en el invierno de 2007.

Todo se desata.

Los que llegan de afuera para ver.

Los que juran que el agua de un caño cercano es capaz de curar.

Alguien que roba las hamacas y las vende por internet.

El municipio que compra unas nuevas que, poco después, también empiezan a moverse.

La decisión de construir un corralito que las rodee.

Los miles de videos de youtube que muestran una y otra vez el movimiento.

Eugenia Almeida

El relato del regreso de Romero entrecruza lo íntimo con lo comunitario.

El reencuentro con una amiga de la infancia.Una viejita que hablaba con los muertos.Una charla con el “hamacólogo”, director de la página web “Diario Firmat”. Las huellas y los silencios que dejó la dictadura.

Y lo que describe Romero es único –se trata de Firmat, de esa singularidad– y a la vez remite a lo colectivo. El libro se convierte en un paseo –personal, sensible– por un territorio que habla de la historia de nuestro país, de muchos otros pueblos y ciudades, crecidos en torno a las vías del tren, con fábricas pujantes y luego en quiebra, con resistencias y luchas, con aprietes y persecuciones, con cotidianos y  misterios inexplicables.

Ivana Romero sabe describir. Lo hace como si estuviera construyendo un poema. Palabras mojonesque dibujan un espacio, que le dan volumen a las cosas.

“Las hamacas de Firmat” no busca dar respuestas. Su movimiento es el de desplegar las preguntas posibles y dar espacio a las voces.