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Ellos también tiraban: 13 fragmentos sobre Radicalismo armado
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Ellos también tiraban: 13 fragmentos sobre Radicalismo armado

Vinculada históricamente a determinados sectores del peronismo y de la izquierda, la violencia política, en Argentina, también fue roja y blanca. El radicalismo, que nació de una revolución, después también anduvo a los tiros.

1-) Revolución es el nombre que se le dio al primer acto público que parió lo que luego sería la UCR. Del Parque. Pero Revolución.

Aquel gesto iniciático, actitud desestabilizadora de cierto orden, fue alentada algunos años. El voto masculino, secreto, acalló, sabemos, el fulgor de las balas.

Pero alguna vez volvieron. El fulgor. Y las balas.

2-) Las disputas internas son bien sabidas. Para qué insistir en las diferencias entre Hipólito y Marcelo T.

Hubo, montados en esa diatriba, en esta provincia, un grupo de hombres: Radicalismo Rojo. Para orgullo de la propia historia, el mote de rojo lo acuñó el diario Los Principios, que decía en el ‘30, tras el golpe: “La primera falla de nuestro régimen es el sufragio universal (…) La democracia con sufragio universal no es otra cosa que el triunfo de los más sobre los menos. Y los más, ya sabemos, lo que en la línea cultural significan”.

Los otros, los menos, eran azules.

3-) Oscar E. Frávega, que escribió la historia del partido, describió al espacio -los rojos-, como un grupo que desde 1916 estaba alineado con Yrigoyen, pero siendo opositores internos al gobierno radical cordobés –azul muy azul clerical y patricio-.

Los rojos tuvieron directa vinculación con los reformistas.

Los azules, Agustín Garzón Agulla, José y Arturo M. Bas, eran la curia sin sotana.

4-) Gardenia Vidal habla de dos tendencias con diferentes enfoques políticos doctrinarios. “Mientras uno representaba el ala renovadora y reformista”, el azul “interpretaba el oportunismo políticos más reaccionario”. Los segundos ganarían la provincia con la fórmula Loza / Borda, en 1916. Y entonces “comenzó a percibirse lo que ya se esperaba: la intervención decisiva de los católicos en todos los casos del Poder Ejecutivo”, decía el periodista Leopoldo Velazco

El liberalismo humanista en términos políticos y el georgismo como teoría económica son la base de sustentación del espacio. Por tanto, Impuesto Único que gravara la tierra sin mejoras, ya que ésta “era un regalo de la naturaleza”. La explicación era una: la monopolización y la especulación de la tierra eran los causantes de la injusticia social

Distanciados, finalmente, de Yrigoyen, que pretendía la unidad, los rojos, dice Vidal, quedarían encasillados, con los años, “en una intransigencia idealista que los distanciaría de los sectores populares”.

Desaparecieron en 1922

5-) Hay autores que señalan que los rojos, principistas y georgianos, sentaron las bases de la UCR que vendría. En los rojos se formó, dicen, Sabattini, Amadeo. En los 30’, ya formado, empieza otra historia en la UCR. La otra historia comienza tras el primer golpe.

La violencia política como método en manos del radicalismo fue retomada el mismo día de la asunción de Uriburu, cuando desde dos autos se balaceó el Palacio de Correos. Arturo Jauretche, en Mendoza, en soledad, el mismo fatídico 6, tomó las calles cuyanas a los tiros al grito de ‘Viva don Hipólito Yrigoyen’. El futuro presidente de facto, Edelmiro, lo detendría. Y le perdonaría la vida.

Y siguió con intentos de asonadas, todas frustradas y olvidadas, ocultadas, silenciadas. Hasta por el mismo partido, que se referencia más en la institucionalidad que en las ideas de revolución que supieron parirlo.

Bosch, Jaurteche, Yupanqui, Toranzo, Cattáneo, Kennedy, Sabattini y Barón Biza serán los apellidos del Yrigoyenismo revolucionario que no dudó en tirar. Incluido el mismo Arturo Humberto. Illia.

6-) Carlos Ibarguren, el interventor de esta provincia, en su obra La historia que he vivido, cuenta: Sabattini estaba al frente de un complot. Que consistía, ha contado César Tcach, en aislar a la ciudad destruyendo las vías férreas, apoderarse de los arsenales de Córdoba y Río Cuarto y matar a los oficiales que se resistiesen. El 31 de diciembre por la noche, las luces se apagarían y la militancia coparía la parada.

Pero un informe militar los deschavó. 150 -entre radicales, policías, militares y bomberos- encarcelados, incluido Amadeo. Después, el hombre de Villa María se exilia en Uruguay. Y las balas silban desde la costa oriental.

7-) Uriburu ya disfrutaba del sillón y en enero de 1931, Severo Toranzo, que había sido Inspector General del Ejército hasta 1930, llevó adelante una pequeña sublevación desde Salsipuedes. Infiltrados hicieron caer la posibilidad. Toranzo se escondió en casa de Sabattini. Pero lo capturaron. Ya en la cárcel, las torturas y simulacros de fusilamiento fueron práctica habitual del régimen.

Apenas 7 meses después, Gregorio Pomar, Teniente Coronel y edecán de Yrigoyen, comandó una insurrección en Corrientes y Chaco. Los armados rojos tomaron, en el frío juliano, Resistencia y la capital correntina. Pero la reprimenda fue más dura y no hubo más salvación que huir al Paraguay.

Insistentes, en enero del 32 comenzó una aventura comandada nuevamente por Pomar y Bosch. 50 hombres cruzaron el Río Uruguay, dispuestos a todos.

8 Mientras, en tierra argentina, había otros que esperaban la llegada. Y la espera la hacían yendo al ataque.

Eduardo, Mario y Roberto Kennedy eran yrigoyenistas de La Paz y formaban parte de la asonada que comandaba Pomar. Junto a otros militantes radicales, se ocuparon en la ciudad entrerriana de hacer notar el valor revolucionario radical.  “Los tres hicieron testamento antes de dar inicio a la sublevación en el pueblo de La Paz”, cuenta Christian Ferrer. Y arguye que la comisaría “se rindió tras una batalla en que cinco hombres forzaron la rendición de veinticinco, con un saldo de 5 policías muertos”.

La autora entrerriana Yamandú Rodríguez ha escrito: “La noche del tres, noche buena para la democracia, los Kennedy reúnen la columna de ataque. Son catorce hombres. Tienen armas cortas y brazos largos. Deliberan. Algunos confían sorprender a los enemigos”.

Cuentan en La Paz que los rebeldes tomaron la policía, el telégrafo y hasta custodiaron los bancos para que no fuesen robados.

Pomar, tras el nado, fue derrotado. Y cuando los Kennedy lo supieron, debieron huir.  10 días de persecución en las islas del Paraná. Siete aviones los bombardearon, gendarmes por cientos les dieron de pistoletazos, pero llegaron al Uruguay, donde otros radicales rojos los esperaban. Todos perdedores.

Tras años ocultos por la historia, la ruta de ingreso a La Paz ahora se llama “Hermanos Kennedy”.

9-) Un tal Héctor Roberto Chavero, ahorcado por el hambre en Buenos Aires, se fue a vivir a Rosario del Tala, Entre Ríos, cerca de la llamada Selva de Montiel. Llevó a su hija y a su prima, que también era la madre de su hija. Allí vivió en un rancho, dio clases de guitarra y armó un diario: La voz del Tala.

Cuando los Kennedy, primero pensó como periodista.  Después como militante de las causas juntas. Y se sumó: Atahualpa Yupanqui, yrigoyenista armado por entonces, fue parte de los que dieron vuelta La Paz. Y debió huir junto a los hermanos por la selva entrerriana, primero a caballo, después a pie.

“En la orilla montielera / tuve un rancho alguna vez / por eso paso de largo / detenerme para qué / de poco vale un paisano / sin caballo y en Montiel”  

Alimentados durante días a iguanas asadas al huno “que es discreto y calla la verdadera posición del que lo prende”, fue parte del exilio radical en Uruguay, donde se enteró, por carta, que había sido padre de Atahualpa Roberto.

El exilio no es familia.

10-) En diciembre de 1932, el Teniente Coronel Atilio Cattaneo comandó otro intento revolucionario yrigoyenista en Paso de los Libres y Santo Tomé. El plan fracasa, nuevamente, por los infiltrados. El refugio con las 700 bombas es descubierto. Una vez más, detienen a Sabattini, siempre en el medio. Yrigoyen, a Martín García

El mismo Cattaneo, antes, había escrito: Instrucciones para la organización de la Fuerza Revolucionaria Cívica Radical. Allí daba instrucciones para armar bombas molotov.

Los presos radicales asilados en Devoto conocerán al padre de la poesía argentina. El Polo Lugones ya hacía escuela sin la pluma y la palabra. Sólo la picana.

Y otra vez: el 29 de diciembre de 1933, los rojos que se habían exiliado en Uruguay, comandados por Roberto Bosch, llegan a Paso de los Libres, en Corrientes. Comando del Litoral se llamaron y la bandera que llevaban esos 200 hombres decía: Por la soberanía popular, que es la libertad de la patria.

Otros apuraban las cosas en Santo Tomé. Y en distintos puntos del país. Sabattini comandaba en Córdoba la revuelta. Pero Alvear lo haría declinar.

Uno de los conspiradores mezclados entre la prole tenía nombre y apellido: Arturo Humberto Illia. Otro: Argentino Autcher,  siempre comprometido con las sublevaciones sabattinistas. En 1946 sería elegido gobernador de Córdoba por el Partido Laborista.

Los hombres de Bosch tomaron la comisaría, el edificio de correos y telégrafos de Paso de los Libres. También tomaron los radicales, varias ciudades y comisarías de Santa Fe: Carcaraña, Esperanza, Coronda, Cañada de Gómez.

Poco duró. La masacre alcanzó a más de 200 hombres que caían al grito de Viva Yrigoyen en distintas provincias.

11-) Arturo Jauretche, abogado de 30 años, ha ganado un capítulo especial en la historia de las sublevaciones armadas radicales. Al lado de Bosch y Pomar, tomó las armas en 1932 y 1933. Preso, escribió Paso de los Libres, mismo título para el escenario del fracaso revolucionario radical.

“Hoy quiero contarles cómo / metidos en lucha larga / a los libres se los carga / con cárceles y con plomo / sin que mezquinen el lomo”

En 1934 lo publicó, con prólogo de otro yrigoyenista de la época al que llegó a través de Homero Manzi: Jorge Luis Borges.

12-) A 3 años del golpe, los últimos estertores revolucionarios del radicalismo fundan, en el departamento recoleto de Raúl Barón Biza, la ADA: Asociación Civil de Lucha.

“Las generaciones argentinas, militantes de la Unión Cívica Radical, que aspiran a conseguir las garantías electorales y a obtener la impostergable liberación económica de las masas, comprenden que estamos en vísperas de las lucha decisiva, plantada por las oligarquías minoritarias y audaces”.

Y cerraba con las consignas, tan parecidas a las que vendrían: Libertad Política, Justicia Social y Nacionalización Económica.

La ADA no fue más que una promesa.

FORJA, fundada en 1935, decía: “Recuperar la Unión Cívica Radical para el cumplimiento de sus destino intransigente, reparador y revolucionario”.

Los caminos, sabemos, se hicieron antagónicos.

El Teniente general Roberto Bosch, militar de los de antes, mantenía una intensa relación con Macedonio Fernández. Años después de sus frustradas revoluciones, le escribiría: “Los que conmigo anden, en política, no lucrarán jamás: por eso es que proclamo, a sabiendas, a éstos: mis héroes de Paso de los Libres, muertos, casi en mis brazos, todos”.

13-) Alvear, desde París, en 1930, dijo, en relación al golpe: “Esta revolución ha sido un mal necesario”.

Difícil la aventura revolucionaria con el enemigo como compañero.

Por: Juan Cruz Taborda Varela

Publicada en Revista Matices