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Divulgación Científica: una Antártida no tan virgen
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Divulgación Científica: una Antártida no tan virgen

Que la divulgación científica se tiene que hacer lugar en estos tiempos, no es novedad.

Por eso, seguimos anticipando del libro «25 Entrevistas con científicos. Ciencia de Primera mano», obra de Pablo Facundo García y Guillermo Goldes.

En esta ocasión, nos adentramos en la Antártida.

Aquí los autores del libro nos acercan la charla sostenida tiempo atrás con Gustavo Argüello, integrante de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, respecto a su trabajo como investigador .

Para no perdérsela.

-Tu área principal de investigación, ¿tiene que ver con los contaminantes atmosféricos?

-GA: ¡No! Mi historia de investigación arranca con la cinética y la dinámica de gases, y por alguna razón que aclararemos enseguida me he dedicado un poco a la medición de contaminantes atmosféricos. Siempre me dediqué a estudiar compuestos gaseosos, mezclas de gases. Y como la atmósfera es una enorme masa de compuestos gaseosos, eso nos permitió hacer algunos estudios que tienen que ver con la atmósfera. Y en particular hemos medido algunos de los contaminantes presentes en la atmósfera. Pero nosotros no hacemos monitoreos de la calidad del aire. Eso que quede claro.

-Es decir que comenzaste haciendo algunos estudios muy básicos relacionados con gases y eso es lo que te facilitó abordar algunos estudios atmosféricos porque, después de todo, la atmósfera está formada por gases.

-GA: Tal cual, es eso.

-Pero en realidad nos interesa mucho preguntarte por lo mucho o poco que hayas investigado sobre la atmósfera. Y en particular hemos visto un video tuyo de un viaje a la Antártida.

-GA: Si, hemos filmado varios videos en la Antártida. Hemos participado en cuatro campañas antárticas de verano, que se realizan durante los meses de enero, febrero y marzo. Haciendo un poco de historia, esta posibilidad surgió en el año 2010. Resulta que el CONICET es dueño del buque oceanográfico Puerto Deseado. CONICET abrió una convocatoria de proyectos para gente que estuviera interesada en realizar investigaciones durante las campañas de verano en la Antártida. Nos anotamos inmediatamente para investigar la presencia de contaminantes atmosféricos persistentes. Persistentes en el sentido de que duran mucho tiempo como tales, no reaccionan rápidamente con otros compuestos ni se degradan rápidamente.

-Por lo tanto contaminan durante mucho tiempo…

-GA: Sí, es así. Y eso es lo que nos permitió detectarlos a más de 5.000 km de los lugares donde fueron emitidos, en realidad. Porque viajar hasta allá por la atmósfera demora su tiempo. Son contaminantes que se emiten en las grandes ciudades, en los conglomerados urbanos y en las zonas de mucha actividad agrícola.

-¿Es decir que Uds. midieron en el aire antártico o cercano la presencia de contaminantes que son emitidos fuera de la Antártida, en otros continentes, y en especial en Argentina?

-GA: No particularmente en Argentina, pero sí en continentes diferentes al antártico. En general son contaminantes cuyo origen no sabemos, pueden venir de cualquier parte del Mundo. Sí tenemos un lindo ejemplo de un contaminante que sí sabemos que es emitido en Argentina.

-¿Se puede saber cuáles de esos contaminantes vienen de la industria, cuáles del agro, cuáles de otras fuentes?

-GA: En general sí, por su propia composición. Por ejemplo hemos medido PCB, que es casi una mala palabra, el Poli Cloro Bifenilo, que en realidad es un gran conjunto de más de 200 substancias que, genéricamente, se llaman PCBs. Se usa sólo en las grandes ciudades, evidentemente no se produce en la Antártida, donde no hay industria, no hay agricultura, no hay nada que produzca un contaminante de ese tipo, y sin embargo hay en el aire y se lo mide. Y también medimos Endosulfán, que es una substancia que se utiliza para la producción agrícola, y es lo que les mencionaba que muy seguramente proviene de la Argentina.

-¿Es un fertilizante?

-GA: ¡No! Es un plaguicida.

– ¿Uds. medían desde el buque, o bajaban al continente antártico o a las islas y medían allí?

-GA: Hicimos las dos cosas. La primera vez que presentamos el proyecto para ir allá a medir, lo pensábamos desarrollar exclusivamente desde el barco. Lo que hacíamos era disponer un equipo que tomaba las muestras de aire. Luego nosotros procesábamos esas muestras, en el mismo barco, con los equipos que teníamos a bordo, que eran equipos estándar. Al año siguiente volvimos a repetir la experiencia en la campaña antártica de verano. En esa segunda ocasión yo estaba particularmente interesado en poder descontar de las mediciones los eventuales contaminantes que pudiera generar el propio buque. Entonces, mientras dos de nuestros estudiantes se quedaban en el barco haciendo mediciones desde allí, yo me fui a la base que antes se llamaba Jubany y ahora es la Base Carlini, de la Dirección Nacional del Antártico, que queda en la Isla 25 de Mayo, al norte de la Península Antártica. En la cartografía anglosajona esa isla figura como King George, pero para nosotros es 25 de Mayo. Es una de las Islas Shetland del Sur. Allí estuve entonces midiendo contaminantes en tierra. 

-Y, ¿cuál es la idea de ir a la Antártida a medir cuántos contaminantes hay, si en definitiva son emitidos en otros lugares?

-GA: A ver: primero, ¡los medimos! Eso implica que llegan hasta allá. Su concentración es baja respecto de la que podemos encontrar aquí, no es para ponerse nerviosos. Pero eso quiere decir que ya no quedan lugares prístinos en el planeta. Vayamos a donde vayamos, ya vamos e encontrar siempre trazas de algunas substancias que no son producidas en esos lugares, sino lejos. Y así como se miden en el aire, hay muchos otros grupos de investigación que también están trabajando en las campañas antárticas en otros temas totalmente diferentes a éste, pero que están midiendo el nivel de contaminantes en organismos marinos, en seres vivos.

-Y suponemos que también habrá gente que investiga contaminantes en el agua, y en el hielo.

-GA: ¡Por supuesto! ¡Por supuesto!

-¿Nos contás por favor en términos sencillos, cómo son las mediciones de Uds.?

-GA: Con gusto. Es que en realidad son muy sencillas, a pesar de que uno pueda venderlas como grandes mediciones, que de hecho son importantes, pero son sencillas. Se basa en aspirar el aire con una especie de aspiradora, no una comercial, claro, pero la idea es la misma. El equipo va aspirando el aire, lo filtra con un filtro muy especial que tiene una goma-pluma, bueno mal llamada así; en realidad es espuma de poliuretano. En ese filtro quedan retenidos los contaminantes. Nosotros hacemos pasar por allí una cierta cantidad de aire que medimos rigurosamente.

-¿Pero lo que quera retenido allí son las partículas sólidas?

-GA: Bueno en realidad los gases quedan adsorbidos, es decir quedan retenidos en la matriz de la espuma de poliuretano, en los espacios de esa espuma. Una vez que han pasado los miles o millones de litros de aire previstos, a lo que queda retenido en ese filtro se lo trata químicamente con algunos solventes, así se lo disuelve, luego se lo pre-concentra, y se lo lleva a un equipo que lo analiza; es un cromatrógrafo de gases. Y ese equipo, luego de realizar el análisis, no dice qué hay, y cuánto hay.

-Ese cromatógrafo, ¿te dice qué es lo que encuentra sin que vos le introduzcas ninguna información adicional? ¿O vos le agregás algún reactivo, para detectar ciertas substancias?

-GA: No, no. No es magia. No es como las computadoras de las películas, que saben todo. Si queremos saber, por ejemplo, si en el aire hay un PCB, primero tenemos que inyectar en nuestro cromatógrafo un PCB puro, conocido, para que el equipo lo compare con la muestra que estamos midiendo, y nos diga si hay coincidencia, Alcoyana-Alcoyana, y allí entonces sí sabemos que está presente ese contaminante.

-O sea que Uds. tienen el laboratorio lleno de muestras de contaminantes para comparar…

-GA: No, no, (ríe). Nosotros tenemos el laboratorio lleno de gente que contamina, no de contaminantes (ríe). En realidad tenemos lo que se llaman muestras patrones, que se compran y sí, se usan como patrones de comparación. Con esas muestras patrones calibramos nuestros instrumentos. Luego tomamos las muestras reales, las analizamos y comparamos. Esas muestras patrones las fabrican algunos laboratorios para ese fin, de calibración de instrumentos.

-La pregunta anterior tenía este sentido: podría haber muchos otros contaminantes, que como uno no los busca, no los detecta.

-GA: ¡Por supuesto! Pero uno que está en esto, ya sabe más o menos lo que está buscando, ¿no? Les dije que no estudio calidad de aire, es decir no busco cosas que ya está buscando otra gente.

-Las campañas en las que Uds. participan son del CONICET…¿tienen que ver con el Instituto Antártico, o no?

-GA: Sí, sí. Hay una muy buena relación, mezcla y casi diría simbiosis. Fue el Instituto Antártico, sin ir más lejos, el que me permitió ir a la Base Carlini. En tierra, fuera del buque, ya no es el CONICET el que manda, sino el Instituto Antártico. Trabajamos en colaboración con todas las instituciones.

-Contános, por favor, cómo se hace para embarcarse en ese buque. Imaginamos que debe haber muchos equipos de investigación que tendrían interés de participar. ¿Es por concurso?

-GA: No sé cuántos grupos habrá queriendo embarcar. Sí te puedo decir que nosotros tuvimos la suerte de presentar nuestro proyecto en una convocatoria y que rápidamente fue aprobado. Ellos no lo financian; el financiamiento corre por cuenta de los subsidios a la investigación previos que nosotros ya teníamos del CONICET. Pero sí nos dan el lugar para poder operar en el barco, y también el alojamiento, es decir casa y comida en el barco durante los dos meses o tres meses que uno está a bordo, que no es poco.

-En el barco, ¿viven igual que los marineros? ¿Cómo es el ritmo de vida allí, embarcados?

-GA: Como marineros en realidad no.  Hay que hacer algunas aclaraciones. El buque es propiedad del CONICET. Pero es operado por la Armada Argentina, la marina de guerra, digamos. Todo el personal es militar. El capitán, la oficialía, los marineros, son militares y sujetos a disciplina militar. Pero hay un respeto muy grande entre todos y muy buena comunicación entre la gente, sea cual sea su rol. A los científicos que nos embarcamos, ellos nos consideran como si fuéramos oficiales, en cuanto al alojamiento, el trato, etc.

-¿Tuviste oportunidad de conocer el rompehielos Almirante Irízar? Pregunto porque sé que también embarcaba investigadores en las campañas de verano.

-GA: No, nunca. Lo que pasa es que nunca había aparecido algo tan claro como la convocatoria en la que nosotros participamos. Esa convocatoria fue del CONICET, que es el dueño del Puerto Deseado, pero no del Irízar, que es de la Armada. Y les digo que desde los 16 años quería ir a la Antártida, y recién se me dio a los cincuenta y tantos. Eso sí, fui cuatro veces.

-¿Volverías?

-GA: ¡Sí, por supuesto! Esperemos, ya que lo preguntaste, que el rompehielos vuelva a estar operativo pronto para retomar todas sus actividades, que son muy importantes. (Se aclara que ya lo está, en la actualidad)

-¿Cómo eran los laboratorios en el buque Puerto Deseado?

-GA: En el caso nuestro, montábamos nuestro propio laboratorio en el buque. Algunos equipos son voluminosos y pesados. El cromatógrafo requiere de cinco tubos de gases comprimidos especiales, etc. Esos tubos hay que trincarlos, como se dice en la jerga naval, es decir fijarlos muy bien para que no se caigan, muevan o golpeen durante las travesías, que son particularmente agitadas cuando se cruza el Pasaje de Drake. En las dos primeras campañas no tuvimos ningún problema. Pero en la tercera campaña, en la cual nuestros tubos fueron mudados al exterior, durante una tormenta perdimos dos tubos que se fueron al mar.

-¿El Puerto Deseado es el único barco dedicado exclusivamente a la investigación que hay en el País? -GA: No, ahora el Ministerio de Ciencia y Tecnología, el CONICET y otras instituciones compraron, para un mega-proyecto, otro buque que se llama Austral. Hay también algún velero que hace tareas de investigación. Y también hay buques del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) que hacen muchas actividades referidas a la fauna ictícola, o sea los peces, de la Antártida.