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Ciclo «Tres historias»: el mar cordobés
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Ciclo «Tres historias»: el mar cordobés

A través del Ministerio de Ciencia de Córdoba y la Universidad Nacional de Córdoba, arribamos a su reciente propuesta denominada «Tres historias cordobesas».

Enmarcadas en el contexto del «turismo científico», el recorrido es amplio y variado. Y va desde los volcanes de Pocho hasta las cavernas de la energía, bajo el dique Cerro pelado.

Ahora, el doctor en Astronomía Guillermo Goldes nos acerca a «el mar cordobés».

La provincia de Córdoba tiene su mar interior. Se trata de la laguna de Mar Chiquita, en la región de Ansenuza. En realidad, ocupa más de 400 kilómetros cuadrados del noreste cordobés, y se continúa en los Bañados del Rïo Dulce, de superificie aún mayor en el sureste santiagueño. 

Los ríos que desaguan en Mar Chiquita son tres: el Suquía y el Xanaes nacen en las Sierras de Córdoba. Pero también el Dulce, cuyos afluentes se originan en el norte de Tucumán. Técnicamente se dice que forman una cuenca «endorreica», es decir, sin salida al mar. Pero no siempre fue así: hasta hace unos 50.000 años, los ríos seguían la pendiente natural del terreno y terminaban desembocando en el Paraná. Como lo hace hoy el Ctalamochita, a través del Carcarañá.

¿Que pasó, entonces? Movimientos en una falla geológica elevaron el terreno al este de la actual laguna, formando una especie de dique natural, que impide el desagüe hacia el Litoral. Así nació la gran laguna.

¿Y por qué decimos que es un mar interior? Porque es extensa, no tiene desagüe, y porque sus aguas son salobres. En realidad, mucho más salobres que las propias aguas del mar. La causa de esa salinidad es la evaporación. Sucede que Mar Chiquita es enorme pero poco profunda. Entonces, la proporción de agua que se evapora en relación a la cantidad total de agua de la laguna es muy alta. El agua se evapora y la sal…queda. Así ha sido durante 50.000 años.

En este documental sobre la laguna de Mar Chiquita, producido por la Universidad Nacional de Córdoba con el aporte del Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Provincia, viajamos junto a la bióloga Natalia Vreys. La acompañamos hasta la ciudad de Miramar, la única población costera de la laguna. Pero también caminamos con ella por sus degradadas costas, y por supuesto, navegamos por sus aguas para conocerla más a fondo y para encontrarnos con grandes colonias de flamencos.

También realizamos avistaje de otras aves desde el mirador de Loma de los Indios, cerca de la desembocadura del Xanaes. La biodiversidad del humedal asociado a la laguna es enorme, y justifica que haya sido declarado como sitio RAMSAR.

Un capítulo especial ocupa la relación de Miramar con la laguna. Esta población estuvo desde sus orígenes fuertemente relacionada con este particular espejo de agua, y con la actividad turística que genera. Sin embargo esa relación se quebró allá por 1978, cuando la laguna creció y casi duplicó su superficie. Una gran parte de Miramar se inundó, y algunos años después las partes inundadas fueron dinamitadas.

Con el tiempo, la ciudad ha logrado recuperarse en parte y ha vuelto a congregar a legiones de turistas. Pero las cicatrices de aquel difícil trauma aún son visibles, por doquier, en la actualidad.