

El Parque de las Tejas de Córdoba tiene, a su alrededor, grandes bloques con una particular historia, que aquí cuenta el astrónomo Guillermo Goldes.
Los memoriosos, como el Funes de Jorge Luis Borges, podrán seguramente evocar que 16 toneladas se llamaba una canción grabada por primera vez en 1946, por el cantante de música country Merle Travis. Quienes no tengan tanta facilidad para los nombres y fechas, pero hayan vivido en la década de los ´70, quizás recuerden, esto ya no es tan seguro, que una versión de ese tema musical fue muy conocida en Argentina de la mano del galés Tom Jones, por entonces en el pico de su fama.
En resumidas cuentas, la letra de la canción relata las penurias de los mineros del carbón, en particular en Kentucky. El estribillo afirma que los trabajadores día a día se hacían más viejos, pero al mismo tiempo se endeudaban más y más con la propia compañía minera. Al punto tal que finalmente «debían su alma al almacén de la compañía». Pero aquí no hablaremos del carbón norteamericano, aunque sí de rocas cordobesas. En particular de los grandes bloques de piedra que yacen en el Parque de las Tejas. Sirven habitualmente de mesas o asientos para quienes disfrutan del aire libre y de alguna comida frugal en ese espacio verde.
Sucede que esas rocas no están allí por casualidad. Fueron seleccionadas por un grupo de geólogos de la UNC y de la Secretaría de Minería de la Provincia, entre los que recuerdo a Aldo Bonalumi, Roberto Martino, Jorge Sfrágulla, Edgardo Baldo y Daniel Jerez. Lo hicieron para formar el Geoparque de la Plaza Cielo Tierra, aunque circunstancias algo increíbles hicieron que quedaran fuera de ese espacio. Hoy se encuentran entre las rejas del Centro de Interpretación Científica y el Bvd. Chacabuco.
Varios viajes hicimos en compañía de los geólogos, con camiones de gran porte, para poder trasladar esos bloques hasta su ubicación actual. El más cercano, a Dumesnil, La Calera y El Diquecito para traer anfibolita y mármol, metagabro, y gneiss, respectivamente. Habitualmente esas rocas se usan como agregados pétreos en la construcción, o como revestimientos ornamentales. A Rumi Huasi, cerca de Ciénaga del Coro, para traer metatexita o franco veteado. A La Playa, en el Dpto. Minas, para conseguir granodiorita, conocida comercialmente como gris mara. En cada uno de esos viajes, las rocas fueron donadas por quienes explotan las canteras, de manera que la UNC solo debió pagar su transporte y su descarga en el destino.
En esos periplos tuve la oportunidad de comprobar lo arduo y exigente que sigue siendo la tarea de los trabajadores en las canteras. Jornadas interminables, con escasa protección y en situaciones potencialmente peligrosas, con maquinaria pesada y explosivos. Esos trabajadores están hechos de «músculo y sangre, piel y huesos», como decían Merle Travis y Tom Jones. Los carboneros de Kentucky a mediados del siglo XX en sus oscuros y estrechos túneles, pero también los mineros cordobeses en el siglo XXI, a cielo abierto y respirando roca pulverizada a través de un simple barbijo.
Los granitos, como el gris mara, se forman a partir de magma al solidificarse, pero no al aire libre, sino en la profundidad de la corteza terrestre, bajo elevada presión, a alta temperatura y sin presencia de aire. Se las llama rocas ígneas plutónicas. El resto de las rocas que trajimos son metamórficas, es decir que se transformar a partir de rocas pre-existentes, bajo grandes presiones y temperaturas, también en el interior de la corteza terrestre. Todas las rocas desplegadas en el Parque de las Tejas brindan información acerca de la historia geológica de Córdoba. Información que los geólogos interpretan para nosotros.
Las circunstancias hicieron que el Geoparque no se completara: quedaron bloques de rocas de otras zonas de la provincia sin traer. Por ejemplo, basaltos de la antigua región volcánica de Los Cóndores. Y también rocas sedimentarias, aquellas que se forman cuando rocas anteriores son erosionadas por el agua y el viento; luego esos materiales sueltos son depositados en zonas bajas y compactados. Las areniscas rojas como las del Cerro Colorado y las de Saldán son buenos ejemplos.
En el Parque de las Tejas hay en definitiva 8 bloques, que pesan aproximadamente 2 toneladas cada uno. Ocho bloques de dos toneladas: 16 toneladas de roca, en total.
Traer cada uno de esos bloques nos costó mucho trabajo. Pero nada, comparado con el esfuerzo cotidiano de quienes trabajan en las canteras, arrebatando la roca de las entrañas de la Tierra, a costa de dejar jirones de su vida. Nuestras 16 toneladas de rocas están allí, en el Parque de las Tejas, para quien quiera verlas.